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domingo, mayo 21, 2006 

ADIÓS A DOÑA GLORIA














Ayer mientras paseaba en buena compañía me topé con un viejo amigo, un compañero del colegio con el que prácticamente he tenido contacto desde mi más tierna infancia (desde párvulos al instituto). Me contaba como le iba la vida y demás y entonces me dijo:

- Te has enterado de lo de doña Gloria?
- Doña gloria, la del colegio? respondí yo aunque no conozco a muchas otras Glorias y menos con el "doña" delante.
- Sí. Pues hace poco sufrió un accidente de coche y murió.
- Doña Gloria? nuestra seño del cole? contesté con un cierto tono de incredulidad e impresionado.

Pues así fue como descubrí tan terrible noticia. Doña gloria no era una maestra cualquiera, era nuestra "seño" de párvulos, ese curso en el que aún no hemos perdido la inocencia y donde nuestra mayor preocupación es no saber si colorear con la cera verde o la roja ese dibujo tan "chulo" que hemos hecho. Ese pequeño universo donde aún no percibimos atisbo de la crueldad del mundo exterior. Además era una de esas maestras favoritas que todos tenemos cuando hacemos balance de todos los años de nuestra trayectoria educativa.

En mis años de escolaridad doña Gloria era una mujer recién entrada en la treintena, rubia, de pelo largo, de nariz aguileña (podía parecerse ligeramente a una bruja pero en todo caso sería una de esas brujas buenas que aparecen en las películas), de bonita figura y unas piernas... que se bien que más de uno no olvidamos bajo aquella falda de cuadros escocesa sostenida por unas medias negras clavadas al suelo con unos zapatos de tacón. Su voz era algo ronca pero a la vez desprendía dulzura. Tampoco se me olvidan sus manos, que aunque comenzaban a mostrar el paso del tiempo se sentían cálidas y llamaban la atención por estar adornadas con algunos anillos y pulseras de oro.

Mi memoria no alcanza a recordar demasiadas experiencias de aquellos años pero si recuerdo algunas que de alguna manera me marcaron y que no olvidaré (gracias en parte también a mi madre que me las recuerda).

Mi madre me cuenta como entré al colegio. Yo nací en diciembre por lo que era casi un año menor que la mayoría de mis compañeros. Doña Gloria no lo sabía en un principio. Un día a la salida de clase, se le acercó a mi madre y le dijo de manera un poco impertinente:

- "Su hijo no sabe estarse quieto. Es muy indisciplinado y sólo quiere hacer lo que le viene en gana."

Mi madre se sonrojó un poco por las otras madres que se encontraban cerca cotilleando y educadamente y con un tono conciliador le rebatió:

- "Tenga en cuenta que es el más pequeño de la clase es un año menor que la mayoría de sus compañeros."

Doña Gloria se quedó algo pensativa y pronto comprobó las fichas. Al día siguiente se acercó a mi madre pidiéndole disculpas y dándole la razón:

- "Ahora comprendo mejor a su hijo. Es bastante pequeño y no está acostumbrado a relacionarse en grupo dado que no ha estado nunca en una guardería. No se preocupe si su hijo alguna vez tiene que repetir un curso o le cuesta llevarlo adelante, es normal teniendo esa diferencia de edad."

Y así surgió una pequeña amistad que duró entre ellas durante mis años de escolaridad.


A partir de ahí doña Gloria creo que me cogió cierto cariño y me trataba con cierto consentimiento y dulzura. Recuerdo un día haberme atrancado realizando alguna de aquellas tareas de recortar o algo por el estilo y cuando fui a pedirle ayuda un poco avergonzado, ella me dió un abrazo y me consoló diciendo: -"Tranquilo cariño, no te preocupes."

La verdad es que creo que fue una persona que supo identificar desde edad temprana algunas de mis características futuras. Llevaba razón cuando decía que me gusta hacer las cosas como me da la gana y me cuesta seguir las normas. Aquella descripción siempre me hizo sentirme un poco como un "espíritu libre".

Uno de los recuerdos más imborrables que tengo de aquella época es el de un día que había una huelga general (aunque ahora mismo no recuerdo el motivo) y se amenazaba con piquetes o incluso con hacer daño a los niños que acudieran a clase. Yo en mi inconsciencia no tenía ni idea de estas cosas y me levanté como todos los días dispuesto a ir a clase. Me acerqué a la cama de mi madre con la intención de despertarla y que me ayudara a preparame pero ella me animó a volver a la cama porque ese día no había clase. Yo, que como ya he dicho anteriormente, siempre he sido algo obstinado (por no decir cabezón) a la hora de ejercer mi voluntad, me emperré en acudir a clase porque yo no entendía nada de esas huelgas y demás.

Supongo que me emberrinché hasta tal punto que mi madre (que la verdad no estaba preocupada porque sabía que no había verdadero peligro en esos días para los niños que fueran a la escuela, sino que era sólo una estrategia para asustar) accedió a llevarme y me salí con la mía.

Cual fue mi sorpresa cuando llegué al colegio y estaba desierto. No había un solo niño excepto yo y bueno, los maestros que se veían obligados a asistir por su deber por lo que allí estaba doña Gloria. Mi madre le explicó la situación y ella aceptó gustosa encargarse de mí durante el horario lectivo.

Ante mí tenía un patio de recreo, una clase llena de juguetes en buena compañía ¡Y todo para mí solo!!

Al principio, doña Gloria me puso algunas actividades de escritura y demás por hacer algo instructivo, pero al cabo de un rato, me invitó a jugar con los juegos de construcciones y prácticamente a hacer lo que me diera la gana.

Llegó la hora del recreo y allí estaba yo solo con mis donuts y doña gloria y la maestra de prácticas que me vigilaban y de vez en cuando hablaban conmigo. Supongo que me marcharía a la hora de todos lo días y así hasta el día siguiente cuando les contaría a mis compañeros mi día de aventuras.

Siempre he tenido la idea, yo diría que hasta inconscientemente, de volver uno de estos días, después de tantos años, ya crecidito y con una vida más o menos trazada, a la clase de doña Gloria, a la cual supongo que después de tantos años le costaría un poco acordarse de mí (o a lo mejor no) y decirle que todavía la llevo conmigo de alguna manera y soy quien soy (para bien y para mal) en parte también gracias a ella.

Por desgracia las circunstancias han acabado con mi pequeño plan, pero sirva este escrito como homenaje a una de esas personas, que sin necesidad de realizar grandes hazañas, podrían ser consideradas como HÉROES de la vida cotidiana.

Mi más sincera muestra de cariño y AGRADECIMIENTO a usted doña Gloria esté donde esté. Tal vez algún día volvamos a vernos.

Descanse en PAZ.

Gracias a todos.

vaya... la influencia q puede ejercer una sola persona en alguien tan pekeño... hasta el punto de marcarlo para toda la vida y kdarse por siempre en su corazón. jeje... me alegro dq ambos tuviéseis la oportunidad de conoceros, y lo siento mucho... pero como tú dices... está en un lugar mejor.. ese tipo de gente luego se convierten en ángeles ;)

Hace ya una semana y media que leí tu post pero hasta ahora no me he decidido a escribir. Me ha gustado mucho la forma que has transmitido ese cariñoso recuerdo de tu maestra (prácticamente parecía que estaba delante de ti oyendo, como el otro día). También recuerdo esos años en el colegio (en especial a una maestra, doña María Zafra, puesto que mi relación por lo general con el resto de compañeros no estuvo exenta de dificultades y siento que encajé mejor en el Instituto) y del día de la huelga al que aludes (creo que era allá por 1993, durante los últimos gobiernos del PSOE) y en el Peñamefécit también corrían rumores de que había piquetes que apedreaban a los niños que iban a los centros educativos. Total, que al final sólo aparecimos Luismi, otro compañero y yo y creo que nos divertimos en esa jornada.
Por lo demás, os deseo mucha suerte con los exámenes.

Rectifico. Parece ser que la huelga tuvo que ser la de 1992 o la de 1994. Para más información, puedes consultar:

http://www.upf.edu/iuslabor/022006/TrabajoMundoPereJodar.pdf

Cambiando de tema, me ha hecho ilusión escuchar por fin tu versión de 20 de abril.

Agradezco tu esfuerzo por concretar la fecha exacta de la huelga pero por entonces yo tendría unos 6 años (año 90 aproximadamente. Un abrazo amigo mío. Nos veremos pronto.

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