jueves, octubre 13, 2005 

OS QUIERO Y GRACIAS


Si pesáramos nuestras palabras en una balanza imaginaria, el peso de las expresiones peyorativas y los improperios que lanzamos cada día (ya sean contra los demás o contra cualquier situación desbordante) harían que dicha balanza no consiguiera resistir tal esfuerzo ni por un segundo y acabaría por romperse sin ni siquiera encontrar un contrapeso lo suficientemente digno. ¿Por qué nos cuesta tanto decir "te quiero" o "gracias"? Parece que los únicos que se merecen exclusivamente estas palabras son nuestros familiares o nuestras parejas y, a veces, ni siquiera ellos. ¿Tan difícil es demostrar agradecimiento sincero cuando alguien nos obsequia con un favor o un regalo, en lugar de limitarnos a una expresión neutra que, lo único que pretende, es demostrar que hemos recibido, supuestamente, una educación?.
Incluso hay momentos en que deseamos otorgar la razón a alguien o mostrarle nuestro más sincero afecto con todas nuestras fuerzas y no somos capaces de pronunciar esas palabras tan "mágicas", es más, es como si estuvieran al borde del precipicio de nuestros labios y no fueran capaces de lanzarse en caída libre por el pánico del último instante. A veces pienso que es demasiado fácil alegrar el día a los demás y a la vez a uno mismo utilizando una simple sonrisa o una expresión cariñosa como para dejar pasar la oportunidad. Soy consciente de que a veces cuesta, supongo que por la falta de práctica, y soy el primero que lo olvida muchas veces y por eso quiero que este post sirva para recordarnos algo tan básico y que probablemente por ello nos olvidemos de recordarlo.

sábado, octubre 01, 2005 

DISEÑADOS PARA NO PENSAR


Supongamos un día normal (de esos que recomiendan los ¿especialistas?) de la monótona vida de cualquiera de nosotros: comenzaremos levantándonos sobre las 6 o las 7 de la mañana; Seguidamente prepararemos un desayuno "sano y equilibrado"; acudiremos lo antes posible al trabajo (ya sea a pie o en cualquier tipo de transporte) para no llegar tarde; Tras una agotadora jornada laboral, llegaremos a casa con el tiempo justo para comer y descansar un máximo de 30 minutos antes de volver al turno de tarde o a estudiar esas 5 o 6 horas diarias que recomiendan los expertos en educación; Después tendremos que acudir al gimnasio para intentar mantener ese cuerpo escultural que cada vez nos exige la sociedad con más vehemencia; Una vez quemadas las suficientes calorías, volveremos a casa para cenar (violando el consejo de hacerlo un par de horas antes de acostarse, porque como es lógico se nos ha echado la hora encima); Finalmente, si quieres relajarte durante un rato viendo tu programa favorito de televisión tendrás que esperar a partir de la medianoche, porque, la televisión de calidad, está orientada a los jubilados y parados que no tienen que madrugar al día siguiente y, por supuesto, ya has dicho adiós a las 8 horas de sueño mínimas que te han recomendado hasta la saciedad. Y no hablemos ya ni del sexo ni el amor porque ¿cómo mantener esa pasión eterna y esa vida familiar perfecta que nos vende la publicidad si nisiquiera puedo dedicarles apenas unos minutos a mi seres más queridos? Y por último despidámonos del fin de semana gracias a internet, el teléfono móvil y el fax. ¿A donde quiero ir a parar con todo esto? Pues me gustaría saber donde incluiríamos en este apretado horario esas actividades como: leer, escribir, reflexionar, componer, pintar y otras tareas artísticas y vocacionales que, aunque no parecen importantes, para algunos son las que nos dan una razón para seguir viviendo. ¿Para qué quiero tanto desarrollo y bienestar si no puedo hacer lo que verdaderamente me llena y me completa como persona? La cuestión es que estas últimas ocupaciones son políticamente incorrectas ya que van en contra del estilo de vida que se nos intenta inculcar mediante la publicidad, los medios de comunicación e incluso la política. Analicemos esta afirmación: ¿Quiénes son los que siempre se rebelan ante las injusticias, las desigualdades, las guerras, la falta de solidaridad, el consumismo, la incultura y demás? la respuesta es sencilla: los artistas, filósofos, pensadores y otros que, mediante sus dones casi divinos, se distinguen de la masa uniforme de las multitudes para alumbrar con su sabiduría entre las sombras de la soledad y la infelicidad. Por eso es sencillo distraer a la población con una excesiva cultura de ocio y así evitar que aparezcan nuevos "genios" que no son rentables ni política ni económicamente. Muerto el perro se acabó la rabia. Me despido con este intento de despertar en ustedes esta "rabia" que a veces es tan necesaria para liberarnos, aunque sólo sea en unos cuantos aspectos, de los hilos utilizados para convertirnos en simples marionetas. Un consejo: Revisen sus agendas con sumo cuidado.